La economía informal absorbe 8 de cada 10 empresas del mundo.
Más del 60 % de la población activa a nivel mundial, a saber, 2 mil millones de habitantes, obtienen sus medios de vida de la economía informal. La aparición de formas atípicas de empleo, incluso por medio de plataformas de trabajo digital, amplía los límites de la economía informal en todo el mundo.
La crisis del COVID-19 dejó al descubierto las vulnerabilidades de la economía informal. Esto reforzó la necesidad de que se hagan esfuerzos por formular políticas mejoradas con la mirada de género para proteger y empoderar a los trabajadores informales y a las empresas. Al mismo tiempo, hay que facilitarles las transiciones graduales hacia la formalidad para fomentar la generación de empleos y los trabajos dignos, evitar la agudización de la pobreza y la desigualdad y avanzar construyendo mejor.
Los datos de la Plataforma Data Futures del PNUD, así como de la OIT y del Banco Mundial nutren al explorador de datos sobre la economía informal (en inglés Informal Economy Data Explorer), que incluye –y permite visualizar– una gran variedad de datos sobre la economía informal (trabajadores y empresas).
Para Costa Rica, la informalidad es el espejo de los datos que refleja ser el país No 2 con las cargas más altas de la OCDE, tener más de 100 tributos, una tramitología en sus procesos y permisos, debilidades estructurales de la industria nacional que enfrenta serias dificultades para competir en condiciones equitativas.
La informalidad en la región según la OCDE es del 47%, en Costa Rica es del 92%.
No obstante, a pesar de esas condiciones, estar en la formalidad; como por ejemplo, tener el certificado de PYME que otorga el MEIC, va a generar incentivos fiscales, descuentos en pagos de tramitología y una imagen reforzada ante los consumidores.
Evitemos las contingencias sociales, fiscales y de marca. Es más barato estar en la formalidad que en la informalidad.
A la orden para ayudarle en su trámite.