
Más que un golpe deportivo, un llamado a replantear la gestión del fútbol nacional.
Costa Rica quedó fuera del Mundial 2026. Para algunos, es simplemente un mal resultado., para quienes trabajamos en liderazgo, estrategia, gestión deportiva y desarrollo país, esta eliminación es un síntoma profundo de un modelo que requiere modernización, visión y gobernanza.
Más allá del impacto económico —publicidad, activaciones, turismo, comercio y audiencias— lo que perdemos es todavía más relevante: capital emocional, marca país, oportunidades profesionales y cohesión social.
1. El Mundial como activo estratégico de una nación
Un Mundial no es solo un torneo, es un acelerador de identidad, un motor para la economía del deporte y un punto de unión entre empresas, familias, instituciones, escuelas, territorios y sectores productivos.
Quedar fuera significa perder:
✔ Capital simbólico y marca país
El Mundial es una vitrina global. Nos proyecta como nación competitiva, resiliente, capaz de lograr grandes cosas aun siendo un país pequeño. Sin esa presencia, Costa Rica desaparece de una conversación internacional clave para nuestra reputación y posicionamiento.
✔ Desarrollo de talento deportivo y profesional
Jugadores, entrenadores, analistas, médicos deportivos, fisioterapeutas, nutricionistas, psicólogos, preparadores físicos y directores deportivos pierden una plataforma de visibilidad global. El Mundial es un “LinkedIn en vivo” para miles de profesionales del sport business.
✔ Inspiración para nuevas generaciones
Cada participación mundialista dispara inscripciones en escuelas y ligas menores. El sueño de “jugar un Mundial” se apaga cuando el referente no está presente.
✔ Cohesión social
Los partidos mundialistas son uno de los pocos momentos donde un país entero vibra al unísono. Eso no se reemplaza con nada.
2. Un espejo de nuestra gestión deportiva
Esta eliminación no se explica solo por lo que pasó en la cancha. Es la consecuencia de decisiones acumuladas durante años en temas como:
🔹 Gobernanza y toma de decisiones
Estructuras poco claras, procesos cortoplacistas, liderazgo reactivo y falta de métricas objetivas para evaluar proyectos deportivos.
🔹 Ausencia de un modelo país de fútbol
Las federaciones más competitivas del mundo no improvisan, trabajan con una visión 8–12 años, metodología unificada, desarrollo del talento desde U-12 hasta la élite, y una cultura basada en datos, ciencia deportiva y planificación.
🔹 Débil recambio generacional
Cuando una selección depende de una sola generación histórica, es una señal de alerta. En management, esto se interpreta como riesgo de dependencia.
En deporte, se traduce en ciclos competitivos que se agotan sin nuevos líderes preparados para asumir el relevo.
🔹 Falta de integración del ecosistema deportivo
Ligas menores, clubes, escuelas, preparadores físicos, instituciones públicas, empresas privadas y academias no están articulados bajo una estrategia país.
En un sector donde el éxito depende de la coordinación, la fragmentación es una desventaja competitiva.
3. El contraste: seremos sede del Mundial Femenino 2031
Paradójicamente, Costa Rica será sede conjunta del Mundial Femenino 2031. Eso eleva nuestras aspiraciones, pero también expone una brecha: tenemos capacidad para organizar eventos de alto nivel, pero no estamos logrando resultados en el campo masculino.
Esta paradoja abre una oportunidad única:
Convertir los próximos seis años en un laboratorio de gestión deportiva, profesionalización, tecnología, ciencia del deporte y desarrollo integral del talento.
4. ¿Qué hacemos ahora?
Una hoja de ruta que un país puede adoptar. Aquí una propuesta desde la perspectiva profesional del management deportivo:
▶ 1. Aceptar el diagnóstico con madurez
No es un fracaso aislado; es el reflejo de un sistema que requiere rediseño, claridad y profesionalización.
▶ 2. Construir un plan nacional del fútbol
Visión a 2034, KPIs, procesos, metodología técnica unificada, formación continua, analítica deportiva, procesos de scouting y prevención de lesiones.
▶ 3. Profesionalizar la gobernanza
Roles claros, métricas transparentes de desempeño, procesos de evaluación de entrenadores, presupuesto estratégico y auditoría de decisiones.
▶ 4. Integrar a empresas, academia y sector público
El deporte es economía, salud, educación, turismo, innovación y cultura.
Un modelo articulado multiplica el impacto.
▶ 5. Convertir al aficionado en actor del ecosistema
Programas de fidelización, experiencias digitales, recompensas, retos deportivos, plataformas que incentiven la actividad física y la participación comunitaria utilizando aplicaciones como All Sports Coins de alcance global.
▶ 6. Usar el Mundial 2031 como proyecto país
Probar nuevas tecnologías, elevar estándares de gestión, atraer inversión y dejar un legado real en infraestructura, formación y gobernanza.
5. Cierre: no es el fin, es un punto de inflexión
Costa Rica está dolida, sí. Ver un Mundial sin la Sele duele, pero este momento puede convertirse en una oportunidad histórica. Lo que nos sacó del Mundial 2026 no fue falta de talento, fue falta de sistema, visión y gestión.
Los países que avanzan en el deporte son los que transforman el golpe en estrategia.
Hoy no toca buscar culpables, toca algo más grande: rediseñar el futuro del fútbol costarricense desde la gestión, el liderazgo, la ciencia y la planificación.
El Mundial 2026 lo veremos por televisión.
El próximo, no tiene por qué ser así.